Cuando el minusválido psíquico llega al final de su ciclo
educativo en el ámbito escolar, encuentra en los talleres ocupacionales la
posibilidad de seguir creciendo como personas y de obtener formación profesional
que, en algunos casos, les permitirá acceder a un trabajo. La labor ocupacional
permite al sujeto situarse dentro de una cadena social de intercambio,
progresar en el aprendizaje de las técnicas y colaborar con el grupo, para la
obtención de los productos que le permiten ver el sentido de su esfuerzo.
Si el trabajo ocupacional ha de ser un desafío a las barreras
socio-laborales con las que los minusválidos se encuentran, el trabajo
psicológico con ellos sólo puede ser entendido como una puesta en jaque a los
límites personales que los diferentes grados de minusvalía presentan.
El trabajo psicológico se dirige a mostrar al sujeto –y a sus
familias- que ese límite a sus posibilidades ha de ser puesto en entredicho una
y otra vez. Lo esencial es que el sujeto acceda a una dignidad personal nacida
de la fe en sí mismo y del reconocimiento como persona a través del acceso a
los indicios de su futuro. Es decir, que más allá del acto manual, pueden
acceder a un saber propio que le permita acceder a elegir algo de acuerdo a su
deseo.
En cualquiera de los ámbitos de su vida, familiar, laboral,
social, se trata, más que de normalizar a nuestros sujetos, de tener un trato
normal con ellos, lo que es ya una normalización en acto.
La minusvalía psíquica es convertida en demasiadas ocasiones en
incapacidad, lo que se manifiesta en el sometimiento del minusválido a hábitos
que poco se diferencian de la domesticación, ya que el sujeto queda excluido
del proceso formador y no se le deja opción a aceptar o rechazar tal proceso.
Que su inteligencia tenga un límite, como la tiene la de cualquier sujeto, no
puede ser motivo en ningún caso para sustraerles ningún derecho ni ningún
deber.
En la medida que son reconocidos y tratados como adultos que
son, sin el empeño de mantenerlos en un infantilismo alienante, su necesidad de
recurrir a síntomas para oponerse a la situación a que se les relega y
manifestar su malestar, será mucho menor.
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